Estos últimos días me han pasado muchísimas cosas, y las buenas las puedo contar con los dedos de una mano… Me entristece…
Pasarse el fin de semana en casa, prácticamente sola, es horrible, y más si eres una persona que le gusta estar con los suyos y compartir sus ratos libres con ellos, pero nada… Pasan las horas y tú sigues esperando frente al ordenador y el teléfono, mientras el disco que escuchas se ha repetido ya unas cuatro veces…
Al final sales… ¿Y para qué? Para toparte con caras largas e incomodas de otras personas, que ya ni un “hola” te dicen… Y claro, te vuelves a casa, y allí... Todo se te cae encima, porque vuelves a estar delante del ordenador, escuchando una y otra vez esa canción con la que piensas: “Ahora si… ¡Voy a levantarme y luchar!”
Pero no puedes…Te fallan las piernas, y solo… Lloras.
Y los pierdo por momentos… Y encima, no son capaces de darse cuenta…
Últimamente las cosas se están torciendo más de la cuenta… Y no me gusta el rumbo que está tomando todo esto…
Yo andaba por un camino empedrado, y decidí cambiar de dirección… Pero parece ser que las piedras siguen ahí.
Entonces… ¿Cuál es el camino que debo seguir?
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